Critica: La Favorita de Yorgos Lanthimos,Un sarcasmo delicioso
Opinión: Joel Sandino
Yorgos Lanthimos expresa en su cine una visión particularmente negativa de las relaciones humanas. Es un cine de alguna forma misántropo. Para el director griego las familias, en particular, en efecto determinan las personalidades de sus miembros, pero, contrario a la visión idílica que las religiones proponen, estas determinaciones no son para mejor.
En Dog Tooth recrea una familia disfuncional con unos hijos criados separados de la sociedad. En Langosta la distopia narra una sociedad donde las personas solo pueden vivir emparejadas y los solteros son enviados a un hotel a buscar pareja. O esta familia aparentemente perfecta que se hunde en los infiernos por culpa de un error en esa revisión del mito de Ifigenia que es El Sacrificio de un Ciervo Sagrado.
Lanthimos es cruel, radical y de un humor negro delicioso que no deja títeres con cabeza en historias que incomodan y maravillan al mismo tiempo. Llena de referencias, mitología y mucha mala leche sus historias para retratarnos en tanto humanidad rota que se engaña en su idealización de valores para esconder lo podrido de nuestra existencia.
Esta vez el director griego nos deja respirar un poco. Con La Favorita construye la que es su película más accesible en términos de lenguaje, planteamiento y personajes. Pero no hay que caer en la confusión de que el director se “vendió” al mainstream. Yorgos sigue explorando sus filias y visión particular de la humanidad, un poco más endulzado, pero para nada resignado a la superficialidad.
La Favorita cuenta la historia de la relación completamente disfuncional entre la reina Ana de Gran Bretaña, su consejera y amiga y la prima venida a menos de esta última. Olivia Coleman, Rachel Weisz y Emma Stone bordan tres personajes deliciosamente crueles.
La Reina es una mujer desgraciada por sus problemas físicos y sus propias inseguridades. Sarah Churchill, interpretada por Rachel Weisz, es una mujer fuerte y muy inteligente que logra manipular a la reina para sus propios intereses políticos. Abigail Masham (Emma Stone) es una aritócrata devenida en criada que no renuncia a escalar de posición y se vale de la adulación para, de nuevo, sacarle provecho a las debilidades de la reina.
De nuevo Yorgos Lanthimos insiste en crear relaciones humanas muy cercanas (antes eran las familias) disfuncionales donde no hay paso a la redención pero tampoco plantea un castigo. Yorgos no cae en el facilismo de la discusión moral de almas salvadas o condenadas.
El humor juega un papel importante. Pero es muy negro y más satírico que cómico. Este recurso sigue enfocado en los temas del director. Hay algo de patético en todos los personajes.
Es importante notar el papel preponderante de los personajes femeninos. De hecho los personajes masculinos están reducidos a espacios muy secundarios. El poder y las intrigas están contenidas en estas tres mujeres y los hombres se mueven solo como fichas dentro del orden (o desorden) que ellas deciden. Aquí hay una construcción anti patriarcal muy profunda pues no se trata de crear figuras femeninas delicadas, puras o desprovistas de maldad. Se trata de personajes fuertes, imperfectos, capaces de definir el poder y de alcanzar la grandeza del lado bueno y el malo.
La relación de estas mujeres tampoco cae en el cliché de “relación lésbica” como definidora de los caracteres. En esta película el sexo y lo erótico responde a los mismos motores del poder: el placer, el control, la complicidad y la confianza (mal entendida o bien entendida). Este punto es apreciable porque lo sexual forma parte de un todo y no es usado ni como gancho ni como excusa, menos como justificación.
Cinematográficamente hablando es una película hermosa. El uso de la luz natural a extremos de utilizar solo luz de velas en algunas escenas y el usos de lentes angulares en interiores construye una fotografía que acompaña y refuerza esta imagen deforme del universo de Lanthimos. La fotografía está compuesta de forma que los espacios representen a sus personajes y todo el tiempo presenciemos esta distorsión en la que habitan y de la que forman parte. La escenografía y vestuarios simulan a la perfección una época y un momento de manera realista y hermosa.
Punto y aparte las actuaciones de las tres protagonistas. Olivia Coleman dibuja una reina temperamental, insegura pero consciente de su poder. Racle Weisz es fuerza pura con cierto nivel de dulzura ambiguo que hace que sintamos empatía pero no mucha confianza. Emma Stone es manipuladora pero dulce, es sensual y contenida. Son tres actrices que moldearon de manera emocionante sus personajes.
Es cierto, comparada La Favorita con las películas anteriores de Yorgos Lanthimos, ésta es menos radical en sus posturas. Es más accesible para públicos delicados que no podrían aguantar a las otras. Pero eso no es un defecto. Su aparente afabilidad solo sirve para suavizar el impacto de una visión a la que es fiel. Es encantadora y graciosa, pero no esconde su crueldad. No hay en La Favorita una renuncia de Yorgos a su cine y sus ideas, si se quiere, es solo un tratamiento más liviano y se sigue notando la firma del autor en esta obra.
Es una de las mejores películas del año y definitivamente la mejor entre las nominadas al Oscar. Lástima que la Academia sienta debilidad por los discursos políticamente correctos, la publicidad y las apariencias de diversidad acomodada.