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Cinemateca Nacional Nicaragua

“CLIMAX” de Gaspar Noe, lo sensorial más allá de una historia

Opinión Joel Sandino

 

Gaspar Noe, director francés de origen argentino, es un provocador nato. Sus películas no van de hacerte pasar un buen rato. Por el contrario, el director busca incomodar todo el tiempo. Su cine tiene como principal reclamo lo físico del comportamiento humano. Lo sensorial juega un papel muy importante y en esa relación entre sensaciones y corporalidad es que somete a sus personajes a caminos dolorosos, torturantes, eróticos de manera mal sana.

Al pensar en Gaspar Noe la primera película que se viene a la cabeza es Irreversible de 2002 con Bonica Bellucci y Vincent Cassel. Esta película contada de atrás hacia delante, contiene una de las escenas más polémicas de los últimos tiempos: un largo plano secuencia de una violación que da sensación de estar en tiempo real.

Luego vino Enter the void en 2009 que plantea esa sensorialidad del alma que abandona el cuerpo de un hombre que acaba de morir. La película transcurre con planos cenitales todo el tiempo.

Con Love de 2015, Noe discute el transcurrir de una pareja en sus desmembramiento por la existencia de otro amor. La película recurre al desgaste sexual para contar su historia. Esta película causó polémica no solo por el uso de sexo real en pantalla, sino por hacerlo en 3D.

El problema con Gaspar Noe es que en algún punto su propuesta irreverente fue absorbida por su propia fama. El director se volvió un repetidor de si mismo y un realizador que busca más la provocación que la trascendencia desde el rupturismo. No me mal interpreten el solo hecho de salirse de los cánones morales impuestos ya es digno reconocimiento, pero en el cine la historia debe también ser importante y en ese punto Gaspar se nos perdió en el camino.  En Love por ejemplo, utiliza sexo real en 3D para contar una historia sin matices y muy lineal. Ese sexo entonces parece puesto solo por incomodar y no porque sea trascendental en el desarrollo de la historia que nos cuenta. En otras películas como Shortbus, el sexo explícito es esencial para entender las búsquedas de estas personas.

Llega entonces la última película del director francés. Clímax recupera mi fe en el director porque crea una obra donde la sensorialidad es sincera. No es una película que busque contarnos una historia a la vieja usanza, su búsqueda está en la construcción de sensaciones cada vez más fuertes a partir del uso de los cuerpos, de la fotografía y los colores.

Clímax trata de un grupo de bailarines que, tras terminar un ensayo, celebran una fiesta. La sangría que toman ha sido mezclada con LSD por lo que poco a poco la fiesta se sale de control.

Desde la forma de narrar la película deja clara su intención. La película te enseña su última escena al inicio y luego se construye en actos donde se muestran las etapas de la descomposición. Todo está aderezado con secuencias de baile magníficas y muy fuertes donde los cuerpos transmiten esa mezcla de líbido, represiones, ira y ganas que vive en cada uno de los personajes. Tres planos secuencia largos para narrar este descenso a lo más básico de la humanidad y otra secuencia de planos cortos donde las voces de los personajes nos cuentan quienes son a nivel profundo, eso que esconden.

La corporalidad es esencial. En esta película la exploración de lo físico por parte de Noe alcanza notas muy altas. La danza frenética como generador de movimiento que impulsa luego todo el resto de movimientos a lo largo de la obra. No se deja de bailar nunca. Más bien, no deja de haber ritmo nunca. Caminan todo el tiempo, se contorsionan, se golpean, se drogan, tienen sexo y siguen bailando aun cuando ya no son dueños de sus cuerpos.

La cámara sigue este ritmo demencial en los seguimientos constantes de un personaje y otro, o dando vueltas o avanzando a ras de piso y dando vueltas. Una fotografía que cuida siempre de no dejarnos perder toda la voluptuosidad de los cuerpos. La música y el sonido en general también tienen que ver con eso físico que se desarrolla.

Sensaciones todo el tiempo. El público pasará de la excitación al asco y la incomodidad una y otra vez. Gaspar Noe alcanza notas maduras en esta película. ¿Es pretenciosa? Lo es. Su director lo es. Pero esta vez eso no molesta, esta vez no sentimos que nos quiere tomar el pelo. En todo lo caótica que pueda parecer la película, es su obra más contenida.

Es una película que se siente. Y se siente muy bien.