Café Society, una poco ingeniosa comedia romántica
Opinión Rafael Lechado Cruz / Echados Viendo Tele
Las películas de Woody Allen por lo general gozan de un encanto que pueden pasar de la comedia inverosímil a tragedias o historias serias con reflexión, pasando por el romance y otros matices que se conjugan en interesantes conversaciones. Café Society es un intento de lo anterior pero lejos del esplendor de otras grandes obras del director neoyorkino.
La historia se centra en Bobby Dorfman (Jesse Eisenberg), un joven de familia judía y originario del Bronx, (que es una viva interpretación del propio Allen en el filme) quien decide ir a buscar un cambio de vida en el glamour de Hollywood con su tío Phil (Steve Carell), un importante agente en la industria del cine. Ahí conoce a la asistente Vonnie (Kirsten Stewart), de quien se enamora a lo inmediato y la forma en cómo arranca el motor que impulsa el filme: un triángulo amoroso.
El filme está ambientado en el fabuloso mundo de los años 30′, representado con una coloración naranja bastante marcada durante la mayor parte de las escenas, sobre todo cuando enfocan el tierno rostro de Vonnie o al menos así se nota mayormente en la primer parte del largometraje.
Durante la película hay genuinas partes divertidas, de esas que realmente te hacen reír, un logro para nada despreciable pero de alguna forma también te va dejando una sensación a medida que va avanzando de que la fórmula planteada no es del todo original, se siente que uno ya experimentó situaciones parecidas en otras obras, casi que volviéndose predecible y hasta sobrándole unos cuantos minutos, con una resolución que ya se veía venir.
Incluso sentí en momentos como que veía una tradicional comedia romántica, con salpicaduras del ingenio (y hasta malicia) de Woody Allen, como los padres de Bobby (demasiada insistencia en lo de ser judío-americano, pero qué esperar de Allen); lo del hermano Ben (Corey Stoll) y su vida de gángster; una pareja de adinerados que “apadrinan” a Bobby y le presentan todo lo que significa Hollywood y la propia Nueva York; hasta los repetidos momentos para hacer referencia al cine del momento, pero aún así y con la gran banda sonora basada en deliciosas piezas de jazz hay algo que le hace falta al filme, quizás mayor carácter y atrevimiento a ser surrealista o introspectivo.
Quizás el mayor logro en la película sean las convincentes actuaciones de sus principales personajes, resaltando a Stewart, quien pudo haber quedado encasillada por el cine basura de Crepúsculo pero que parece está buscando de a poco meterse en papeles que le den un brinco a su carrera. Aún así, lo de Allen en esta película no está a la altura de sus grandes obras, las cuales no hay que remontarse a 20 o 30 años atrás ya que hace un poco nos entregó una gran película como Blue Jasmine.
Lo importante es que este visionario director, aún con sus polémicas que lo acompañarán hasta el día de su muerte, tiene ganas de seguir haciendo cine y de forma seguida, solo esperamos que no se enfrasque demasiado y quede reducido a que veamos nada más pequeños guiños de sus grandes filmes en sus producciones venideras.