Anomalisa: Una luz en la monotonía de la vida
Anomalisa es una película que al final de la misma te deja pensando. No precisamente por tener un significado oculto o por ser demasiado surrealista, a pesar de contener un poco de estos aspectos, sino por que uno siente haber conocido la faceta de una persona de manera íntima y especial, a pesar que esta persona sea en realidad un muñeco animado, uno cuyas facciones, gestos y físico resulta a veces incómodo, por ser demasiado “realista”.
La trama envuelve a Michael Stone, un orador del arte de las ventas. Es de estas personas que se dedican a realizar una gran cantidad de convenciones sobre cómo llegar al público potencial en una empresa de servicios o venta de productos. Pero Michael no es una persona normal, de hecho tiene una personalidad que resulta sumamente interesante ir explorando, gracias a un guion y dialogos que hacen de este hombre con un desorden mental, una persona que uno quiere encuentre su paz, su tranquilidad, su “normalidad”.
Continuando con la trama, este hombre llega a Estados Unidos proveniente de su hogar en Inglaterra, exactamente a la ciudad de Cincinnati, a realizar una de las mencionadas convenciones. Estando ahí quiere encontrarse con un viejo amor, una mujer a la cual abandonó aparentemente sin razón alguna, aunque posteriormente y al final del filme sabremos exactamente porque lo hizo, y no, no es ninguna trama enredada o de sorpresa, todo tiene que ver siempre con esta condición que debe lidiar Michael a diario para subsistir, haciendo su existencia una verdadera migraña.
Es esta misma situación lo que hace a Michael ser un cincuentón inestable, a pesar de estar casado y con un hijo menor, lo que no parece amarrarlo a evitar tener aventuras que lo “liberen” y lo hagan sentirse “normal”.
Durante el pasaje general del filme sentiremos ese ambiente de melancolía, ambientes sobrios, encerrados y monótonos, lugares que de alguna forma muestran el estilo de vida laboral repetitivo por el que pasa una persona promedio en este país. Hay que agregar a esto, a que todas las personas portan casi el mismo rostro, o al menos así es percibido.
Pero no todo es desgracia, existe un amor que florece de una forma muy aterrizada, Anomalisa, una mujer con lo que los canones de belleza de la sociedad dirían es poco agraciada. Sin embargo, ella posee esa caracteristica especial que tanto busca Michael, una que vuelve al mundo un lugar diferente y mejor, con tan solo estar cerca de ella, con tan solo oirla hablar.
Es gracias a la actuación perfecta que tienen estos muñecos cuyas caras parece que pueden caerse en cualquier momento, que puede apreciarse un lenguaje físico del amor, no solo en el juego del coqueteo, sino también en una larga escena de ambos teniendo relaciones, que a más de alguno puede poner un poco fuera de lugar, por lo altamente realista en cuanto a la situación, pero al mismo tiempo lo explícitamente falso por tratarse de unos objetos plásticos.
El poder crear esta sensación refleja una gran dirección y un gran guión, jugando con los visuales para seguir transmitiendo el mensaje de ambigüedad en las realidades por la que surfea este protagonista.
Las actuaciones de voces son muy buenas en este filme. Hay conversaciones continuas, espontáneas y muy creíbles, además de la presencia de una constante voz, siempre serena, siempre neutral, siempre contenida, como si fuese la de una persona que trabaja en atención al cliente, una que seguirán escuchando aun después de ver la película,y que los hará comprender la complejidad de las situaciones aparentemente cotidianas que ocurren en la historia.
No revelo más detalles de la trama porque es mejor que cada quien la aprecie a su manera. Lo que si puedo decir es que no esperen tantas excentricidades como otras peliculas de Charlie Kauffman. Esta mas bien es una de las más inofensivas en el apartado de lo extraño, pero suma en cuanto a lo novedoso, por la técnica stop motion para contar una historia de esta índole, una que mantiene los toques de un análisis mas profundo sobre el comportamiento de seres humanos fuera de lo común.
Rafael Lechado Cruz/ Echados Viendo Tele