A Quiet Place, suspenso original y de calidad
Opinión: Rafael Lechado Cruz de Echados Viendo Tele
Experiencia inmersiva de un suspenso con dosis de survival horror (estilo videojuego). Así es como definiría en pocas palabras a “A Quiet Place” (Un Lugar En Silencio), película que da un aire fresco a un género que cada tanto en tanto saca sus joyitas de originalidad.
Dirigida por John Krasinski, quien también actúa junto a su esposa en la vida real Emily Blunt, este filme logra hacer del silencio la herramienta vital para la supervivencia, además del principal argumento. Y esa tarea no es para nada sencilla, mantener al hilo y tensa a la audiencia a pesar de casi no haber diálogos y de ver a una familia comunicarse con señas es complicado, pero es la entrega de las actuaciones de todos más la edición de sonido lo que funciona para provocar ansiedad y pizcas de terror.
El escenario es New England, EEUU, a 89 días de lo que sea que ocurrió para que aparecieran las extrañas criaturas que reaccionan a los sonidos. Y con reaccionar nos referimos que pueden despedazar tanto a humanos como animales si hacen algún ruido que ellos detecten.
Es así que una familia conformada por Lee y Evelyn Abbot más sus tres hijos se adentran a una tienda a buscar suministros. El niño menor se muestra ansioso por el juguete de un cohete, curiosidad común en cualquier infante. La situación se torna oscura cuando éste quiere accionar dicho dispositivo, el cual por supuesto emitirá sonidos, los cuales a como señalé anteriormente son mortales.
Rápidamente la tragedia llega a esta familia y descubrimos entonces qué tan catastrófico es este mundo post-apocalíptico que les ha tocado vivir. En algunas portadas de periódicos vemos cómo en distintos países la situación es similar, con titulares que son de alarma y sobre medidas de precaución para la humanidad.
La película luego da un salto de más de un año y vemos a este núcleo familiar intentar sobrevivir a esas amenazas constantes. Por si fuese poco, Evelyn está embarazada y ya cerca de dar a luz. Con solo ese tema podrán imaginarse lo difícil que será intentar silenciar a un bebé recién nacido.
Por eso es que el ingenio será pieza fundamental para poder convivir de alguna forma “normal”. Caminar descalzos sobre caminitos cubiertos de arena o cal; bujías de colores que sirvan de alerta; cocer la comida bajo el suelo y lavar escurriendo de forma lenta está entre ese nuevo “estilo de vida”.
Pero otro aspecto que esta película también sabe proyectar muy bien es el vínculo familiar o específicamente el amor de los padres por sus hijos. De la mitad en adelante veremos diferentes escenarios muy difíciles de afrontar, sorpresivos incluso, por lo que no hay momento en que el espectador pueda alejarse de la pantalla.
Lo mismo debemos decir de los niños, cuya química en escenas que hacen referencia a clásicos como “Alien” o hasta “Jurassic Park” nos hacen creer que están viviendo un pavor real. De igual manera en ciertos momentos me hizo recordar a “The Walking Dead” (el ambiente de bosque/cabañas) y las criaturas por sus características se parecen un poco a los clickers de “The Last Of Us”.
Este filme funciona a la perfección para generar una sensación inquieta en nuestros cuerpos. Pocas películas hacen que uno esté tan atento a los sonidos. Así mismo la música de suspenso se aplica en momentos justos, sin abusar demasiado de ese recurso para situarnos en el jump scare siguiente.
Y para finalizar hay que decir que la dirección es muy buena también, tanto escenas de persecución como de aparente calma están con los planos necesarios para sumergirnos en la piel de sus personajes.
No será la película más revolucionaria en la historia del cine de terror pero sin duda es uno de los aportes más originales y refrescantes de los últimos años.