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Cinemateca Nacional Nicaragua

The Hateful Eight: El proyecto más personal de Tarantino

 

Ser fanático de Tarantino es algo especial y aunque muchos digan serlo, quizás son pocos que lo conocen por su primer filme, Reservoir Dogs, una pieza especial del cine moderno que nos entregó todo el talento que este visionario director tiene sobre el séptimo arte.

Menciono esta película porque es una en donde por primera ocasión presenciamos la visión que tiene en la dirección y el trato con los actores para que se suelten en el set, asombrándonos con esas conversaciones tan características de todas las películas de Quentin.

Es en el diálogo donde está la mayor riqueza de la capacidad artística del talentoso director norteamericano.

En The Hateful Eight es probablemente donde con mucha mayor libertad y desde una óptica mucho más personal, nos proyecta una película que resalta por su longitud así como por la construcción de personajes que aunque parecieran estáticos, son lejos de serlo, incluso con poco tiempo en la pantalla.

Ahí también resalta otro gran punto a favor del filme, el formato de Panavision 70 mm, que permite una visión amplia en un lugar cerrado, permitiendo al espectador observar y escudriñar las intenciones de estos 8 Odiosos, subiendo la tensión a medida que uno sigue preguntándose ¿en quién confiar? ¿quién dice la verdad?.

Esta película es como si fuese un proyecto aún más independiente de lo que siempre ha dictado el espíritu rebelde de Tarantino, ya que deja atrás cierto aspectos “convencionales”, (atreviéndome a usar esa palabra en una obra de este genio) a como tuvieron sus dos producciones pasadas (Inglorious Basterds y Django Unchained), dando paso a un toque más oscuro, crudo y crítico, mostrándonos un nido de forajidos que representan problemas intrínsecos en la sociedad de Estados Unidos de la actualidad, sobre todo con el tema del racismo.

En cuanto a su trama, se desarrolla muy bien durante los primeros actos, con un preámbulo al núcleo de la historia muy bueno, que es el trayecto en donde John “The Hangman” Ruth (Kurt Russell) va en un carruaje hacia la prisión Red Rock, lugar donde lleva a Jennifer Jason Leigh, interpretando a la criminal Daisy Domergue, en una verdadera joya de actuación cabe destacar. En el camino se encuentran al Marquis Warren, el mejor papel de Samuel L. Jackson probablemente a la fecha, que después de negociar un poco decide acompañarlos para protegerse de la fuerte tormenta invernal que se avecina.

Ahí se encuentran a Chris Mannix, con una actuación también de gran calibre por Waltor Goggins, un actor que deberían tomar más en cuenta en el mundo de Hollywood, quien es un hombre sumamente racista que dice ser el Sheriff de Red Rock.

El núcleo antes mencionado es cuando llegan a Minnie’s Haberdashery, una posada en medio de la nada donde coexisten los demás personajes, siendo cada uno más sospechoso que el otro, nos referimos a: Joe Gage, Señor Bob y Oswaldo Mobray, todos ellos en donde el espectador sabe que están ocultando algo pero no sabe en qué momento vayan a reventar, solo hay como un tic tac insonoro que anticipa una gran explosión.

… Y digamos que algo así pasa.

En el transcurso grande de la historia, se encuentran este conjunto de bandidos y ex “héroes” de guerra con diferentes posiciones luego de la Guerra Civil, quienes conviven por unas horas mientras está la tormenta infernal de pura nieve. Pero a diferencia de las ventiscas cambiantes que deja un fenómeno de ese tipo, es en el paso o desarrollo de la misma trama donde a veces se vuelve engorroso y estático, como que hizo falta pulir más para compactar las ideas para quizás recortarlo unos 40 minutos de filme y haber quedado un producto más “limpio” y que generara mayores sorpresas o sobresaltos, porque a veces se siente como que estiran un poco para crear mayor la tensión, cosa que a veces funciona y en otras no.

A pesar de ello, uno disfruta viendo The Hateful Eight de principio a fin, luego que uno sabe la capacidad que tiene Tarantino sabe que cualquier cosa puede pasar, que no conoce tabúes y es atrevido con lo que sea, algo que pocos logran estando bien posicionados en Hollywood. Incluso puede sentirse que quiso expresar esa crítica hacia el racismo con mayor énfasis, luego de los acontecimientos en Baltimore y otras ciudades de Estados Unidos, en donde se expone una violencia por parte de la policía y los afroamericanos, tema que Quentin condena públicamente.

El desenlace es mejor que cada quien lo mire para no arruinar el suspenso, característica que parece acomodar en una palabra esta producción casi teatral, ya que a pesar de haber mucha sangre, sesos, mutilaciones e incluso estrangulación, es en ese misterio de saber dónde se oculta la verdad, sumado a los grandes diálogos que dan un sello siempre distintivo, el motivo del porqué esta película debe analizarse como de las más osadas y personales de este genio del cine.

Rafael Lechado Cruz / Echados Viendo Tele