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Cinemateca Nacional Nicaragua

La La Land, sueños vs amor en un digno cuento musical

 

Opinión: Rafael Lechado Cruz / Echados Viendo Tele

Al terminar de ver esta película cualquier persona sale con una sensación como de nostalgia, un musical que entretiene y emociona gracias a una química excelente entre sus protagonistas y una dirección sublime en cada escena. Aún así, no es tampoco algo extremadamente espectacular.

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El inicio tiene todas las pompas y el montaje de una película de época en la siempre glamurosa Los Angeles, con una canción que se te queda en la mente a lo inmediato  y que invita a creer que el filme se concentrará mucho en coreografía + canto, pero en realidad son los primeros 10 o 15 minutos que lleva esa tendencia, para después volverse algo más cercano a los diálogos, algo que se aprecia sobre todo si son alguien con reservas con respecto a los musicales tradicionales.

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Ahí conocemos a Mia (Emma Stone) y a Sebastian (Ryan Gosling), dos jóvenes adultos que viven en esta colorida ciudad cada uno queriendo aspirar un sueño a dar ese salto de calidad en la vida, ambos con temáticas vinculadas al arte y la fama como es la música, jazz en este caso, y la actuación.

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De una forma natural y que se siente espontánea, estos dos terminarán juntándose hasta formar un romance alrededor de la “City Of Stars“, tema icónico y que escucharemos en diferentes versiones durante muchas partes del filme (quizá demasiado de hecho). Es un amor que goza de la magia del musical, con escenas íntimas al ritmo de algún compás y con una naturalidad que imprimen tanto Gosling como Stone, sin exagerar en expresiones ni abusar del drama que puedan pasar durante las estaciones del año. Incluso, a veces se ven hasta con cierta torpeza inocente para los bailes y el canto, algo que si se hizo de manera adrede, entrega mucha más credibilidad a la historia emotiva entre ambos.

Hay que resaltar también que La La Land sí resulta ser divertida y en varias partes uno suelta sus carcajadas, por lo que el viaje emocional que te lleva el joven director Damien Chazelle tiene puntos dulces y amargos, como la vida misma.

¿Y qué es lo malo en todo esto?, se preguntarán, pues el filme a veces peca de extenderse demasiado, y no porque existan rellenos ni nada por el estilo, pero haber reducido una que otra parte no hubiera afectado tanto, probablemente hubiera ayudado a condensar la narrativa para un producto más puro, pero no es que esté mal tal como está.

Alerta (Posibles) Spoilers

El desenlace que no diremos directamente para evitar spoilers, es interesante por decir lo menos, muy sentido y todo, pero no es algo que no se haya visto antes. Decir eso puede sonar pretencioso, pero lo indicamos como que recientemente ya han habido situaciones algo similares (Café Society salta directo a la cabeza), aunque por ejecución no tiene nada que envidiar, sobre todo porque el papel de la música siempre es el verdadero protagonista y a medida que avanza la película éste va “madurando“, palabra que tiene mucho significado con todos los acontecimientos finales y que dan un cierre digno, más no algo para decir expresamente brillante.

Conclusión (Sin Spoilers)

Probablemente algunos dirán que seremos amargados por decir algo así, pero no es el caso que planteamos, creemos que la historia de amor es realmente bonita y profunda, al grado de sentir añoranza de ver a esta pareja clásica de Hollywood nuevamente sonriendo, cantando y bailando, flotando en el cielo o pasando por escenarios que recrean obras memorables del cine, pero al final es una película que vuela menos alto y aunque brilla con intensidad, para nosotros no deslumbra a toda la Ciudad de Estrellas.

Eso sí, no podemos dejar de tararear todas las canciones y cerrar los ojos para transportarnos a esa magia musical, a esas secuencias en donde pareciera que la cámara vuela por cualquier rincón y se eleva a espacios y ángulos increíbles, lograr algo así siempre significa una gran cantidad de talento, algo que de ninguna forma le hace falta a La La Land y que definitivamente te da ganas de volver a ver.